Santa compaña

La noche era oscura y la lluvia espesa.

Lilith todavía se preguntaba que hacía allí en el medio del bosque, sola. Vistiendo de negro riguroso, solo le faltó la mantilla. Se rió al pensar en Valmont, y lo que hubiera dicho de verla con mantilla.

Faltaban cinco minutos para la media noche, y todo en el ambiente parecía cambiar. El silencio había cambiado, la maleza parecía más densa, y la lluvia más fina, pero igual de insistente.
Y en algún lugar sonó una campana que anunciaba la hora señalada.

Al fondo del bosque se atisbaban luces. Se acercaban con paso lento, pero seguro...Las ánimas procesionaban en fila de dos portando antorchas. Todas con hábito blanco y quien dirige la procesión con hábito negro también y solo porta un cayado.

Al pasar al lado de Lilith no se pararon, no deben pararse, y siguieron rumbo a lo más hondo del bosque en busca de más almas perdidas.

Lilith volvió a casa pensando en lo frágil de la vida...Y lo asumido que lo tenía.
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